lunes, 21 de julio de 2008

La injusticia deportiva del siglo XX


PRIMERA FILA
Por Gilberto Dihigo

Ahora que se acerca la fecha de los Juegos Olímpicos en China es válido recordar que entre los hechos deportivos mas sobresalientes del pasado siglo 20 se encuentra la enorme injusticia que cometió Estados Unidos contra el atleta más completo de esa centuria: el indio estadunidense Jim Thorpe.
Es triste que en su patria no rindan tributo a través de un premio o una competencia la memoria del hombre que hizo exclamar maravillado al rey Gustavo V de Suecia: "usted es un verdadero soberano y el mejor atleta del mundo"
Por el Sacro nombre de la pureza deportiva, los fieles inquisidores del Comité Olímpico Internacional quemaron en la pira de la intolerancia al indio Thorpe.
Su historia queda oculta a los jóvenes de hoy, quienes al escuchar su nombre no pueden ocultar su ignorancia. Y transcurridos tantos años es increíble que Estados Unidos no organice un torneo con su nombre.
A decir verdad las causas están justificadas por una pavorosa y despreciable palabra: racismo. Algunos especialistas aseguran que a estas alturas algunos dirigentes deportivos no le perdonan al modesto piel roja su grandeza deportiva.

Thorpe fue el primer atleta en la historia del atletismo en ganar los difíciles eventos de pentatlón y decatlón durante las olimpiadas de 1912.
Su vida deportiva comenzó al ser descubierto un día que fue a la escuela Carlisle a la edad de 18 años. En esa memorable jornada venció en la prueba de 100 yardas, salto con garrocha, salto alto, impulsión de la bala, salto largo y la carrera de las 220 yardas.
A partir de ese instante su nombre es mencionado en todos los círculos deportivos de la Unión Americana. Juega futbol americano y ahí también inscribe su accionar con letras de fuego.
Cuenta una crónica de la época, que pese a tener vendadas las piernas por lesiones, pidió jugar contra la Universidad de Harvard y no solo anotó un "touchdown", sino pateó cuatro goles más desde la línea de las 40 yardas.

Fue un magnifico jugador de beisbol y su calidad por esa disciplina ocasionó su ruina. Ya habían pasado las olimpiadas de 1912 y lo convencieron para jugar beisbol en un equipo semiprofesional, el cual al terminar un desafio le pagaron ¡25 dólares!
Alguien supo ese dato, alguien que como todos los cobardes, envidiosos y miserables la historia no recuerda, fue con el soplo y el digno Comité Olímpico Internacional, a petición de su similar de Estados Unidos, despojó a Thorpe de sus medallas y diplomas olímpicos.
El COI no se conformó con eso, sino que lo borró del libro de record olímpicos. Como para que nadie recordara la osadía de aquel indio que venció a todos los grandes de su época.

Testimonios afirman que esa injusticia amargó la vida del sensacional deportista, quien murió en 1953 por un ataque cardiaco a la edad de 64 años.
Hace unos pocos años, el COI rehabilitó la tremenda arbitrariedad cometida contra Jim Thorpe y le devolvió a su hija las medallas arrebatadas, sin embargo la mancha de ese error flota en el ambiente sórdido en que se hunde el movimiento deportivo internacional.
Estados Unidos, el COI o la Federación Internacional de Atletismo, cualquiera de ellos o los tres, pudieran instaurar una competencia con el nombre de ese hombre que a juicio de muchos es el atleta más grande del siglo y así limpiarán su memoria enlodada por aquella injusticia bochornosa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

esto vale callampa pongan mas mujeres desnudas