domingo, 20 de abril de 2008

Un gigante del béisbol del ayer

EN PRIMERA FILA
Por Gilberto Dihigo

Desconocer el pasado es mutilar el futuro y gracias a esos olvidados jugadores del ayer latinoamericano, quienes abrieron el camino en Grandes Ligas, es que el número de peloteros del subcontinente ascendió a más de un centenar dentro del circuito con las perspectivas de que aumenten en los próximos años.

Ocho de cada 10 peloteros extranjeros de Grandes Ligas provienen en la actualidad de América Latina. Esos dígitos no eran así cuando el cubano Armando Marsans fue contratado en 1911 por los rojos de Cincinnati y su entrada a las mayores representó un experimento en un ambiente saturado de racismo, donde los extremistas pensaban que el beisbol era un deporte solo de "blancos puros".
El cubano durante esos primeros años del siglo 20 consolidó una reputación en el fuerte campeonato profesional de la isla al causar una verdadera revolución en el corrido de las bases.
Aplicó a esa técnica métodos científicos en las estafas a las almohadillas, cuando transformó ese renglón ofensivo en un arte inteligente y no en una función mecánica.

Abandonó el sistema de embestir las bases y sus deslizamientos en las almohadillas lo convirtió en uno de los jugadores más populares en la Cuba de ese entonces. Algunos especialistas le adjudican que fue el primero en realizar un "squeeze play" en su patria.
Cierto o falso, lo real es que su manera de jugar posibilitó que los directivos de Cincinnati lo contratarán en 1911 a ver si daba la talla en el beisbol de Grandes Ligas, junto con su compatriota Rafael Almeida.

Marsans debutó bajo una enorme curiosidad de los fanáticos estadunidenses, quienes asistieron en masa al estadio para comprobar si resultaba cierta la calidad de los peloteros cubanos, de quienes se narraban historias fabulosas.

En su primera salida tuvo que enfrentarse nada menos que al gran Christy Mathewson, considerado uno de los mejores lanzadores en Grandes Ligas de todas las épocas.
Su primer turno al bate resultó out de tercera a primera, pero en su segunda aparición conectó un batazo, que gracias a sus extraordinarias piernas convirtió en doblete. La algarabía de los cubanos que presenciaron el choque fue tremenda según afirman viejas crónicas.

Marsans fue un bateador muy difícil de ponchar ya que en 2,273 oportunidades solo en 117 se fue en blanco. En su paso por Grandes Ligas promedio 269 con 67 dobletes, 19 triples, dos jonrones, 221 carreras impulsadas y 171 bases robadas.

Durante muchos años los historiadores del beisbol señalaban a Marsans y Almeida como los dos primeros cubanos en penetrar las Grandes Ligas, pero ese dato no es cierto, ya que Guillermo Esteban Bellán, quien nació en 1850, jugó en 30 desafíos con el Troy, entonces seleccionado de la Liga Nacional.
Pero en realidad el camino del éxito lo iniciaron Marsans y Almeida, quienes demostraron a los adoradores del "béisbol puro" que los latinoamericanos eran tan buenos o más que muchos chicos rubios de su país.

Lo penoso es que las actuaciones de esos pioneros son en la práctica desconocidas, por no existir una visión hacia el pasado que le cuente a las nuevas generaciones que esos hombres del ayer trazaron el camino por el cual muchos jugadores latinoamericanos obtienen en la actualidad sueldos asombrosos.

Causa pesar que esos hombres queden relegados hacia las sombras del olvido, después de ser gigantes. Armando Marsans falleció en La Habana el 3 de septiembre de 1960.

1 comentario:

terreno de pelota dijo...

Gilberto, tenemos que recuperar la historia, desempolvar a los grandes y darle honor a quien honor merece. Haces una digna labor que apoyamos fervientemente.