Por Gilberto Dihigo
"La pelota es redonda y viene en caja cuadrada", viejo adagio beisbolero con ciertos ribetes filosóficos, algo de geometría y mucho de cabalística, es una frase que pasa de generación a generación para calificar lo sorpresivo de este deporte.
Nadie conoce el nacimiento, ni el origen de esta peculiar reflexión, pero todos los degustadores al deporte de las bolas y los strikes la mencionan con aire misterioso cuando un partido anda por el noveno inning y batea su equipo predilecto con tres carreras abajo.
Muchas páginas recoge la historia del beisbol y el deporte en general que muestran como deportistas desconocidos o equipos "Cenicientas" consiguen triunfos sorpresivos y súper favoritos que caen abatidos por la más vergonzosa derrota.
Es como si los dioses que rigen el azar deportivo quisieran lanzar de vez en vez una trompetilla frustrante a los seres humanos para demostrarles que ellos deciden a quienes vencerán o no.
Un caso desconcertante, que aun recuerdan con amargura los furibundos fanáticos de los Filis de Filadelfia, sucedió en 1964. Ese año los Filis lideraban la Liga Nacional con seis juegos y medio de ventaja sobre su más cercano perseguidor y solo le faltaban doce desafíos para terminar la temporada.
Sin ton ni son, los inexpugnables líderes perdieron diez juegos en línea recta y en el decisivo perdieron contra los Cardenales.
Más cercano. En 1988 todos los especialistas daban como favoritos a Yanquis y Mets, sin embargo ninguno de los dos conjuntos llego al clásico de octubre.
Nadie conoce el nacimiento, ni el origen de esta peculiar reflexión, pero todos los degustadores al deporte de las bolas y los strikes la mencionan con aire misterioso cuando un partido anda por el noveno inning y batea su equipo predilecto con tres carreras abajo.
Muchas páginas recoge la historia del beisbol y el deporte en general que muestran como deportistas desconocidos o equipos "Cenicientas" consiguen triunfos sorpresivos y súper favoritos que caen abatidos por la más vergonzosa derrota.
Es como si los dioses que rigen el azar deportivo quisieran lanzar de vez en vez una trompetilla frustrante a los seres humanos para demostrarles que ellos deciden a quienes vencerán o no.
Un caso desconcertante, que aun recuerdan con amargura los furibundos fanáticos de los Filis de Filadelfia, sucedió en 1964. Ese año los Filis lideraban la Liga Nacional con seis juegos y medio de ventaja sobre su más cercano perseguidor y solo le faltaban doce desafíos para terminar la temporada.
Sin ton ni son, los inexpugnables líderes perdieron diez juegos en línea recta y en el decisivo perdieron contra los Cardenales.
Más cercano. En 1988 todos los especialistas daban como favoritos a Yanquis y Mets, sin embargo ninguno de los dos conjuntos llego al clásico de octubre.
Unos fabulosos Dodgers derrotaron a los Mets en la serie play off ante el asombro general. Los Mets ganaron 10 de los 11 encuentros a los Dodgers durante la temporada regular.
Dodgers concurrió a la serie mundial contra unos potentes Atléticos de Oakland, que demostró ser el conjunto más poderoso del año con registro de 104-58, con tres juegos de ventaja sobre Mellizos de Minnesota.
Dodgers concurrió a la serie mundial contra unos potentes Atléticos de Oakland, que demostró ser el conjunto más poderoso del año con registro de 104-58, con tres juegos de ventaja sobre Mellizos de Minnesota.
La marca de los Dodgers era de 94-67. Nadie daba un quinto por los angelinos, pero otra vez el destino burlón intervino y ganaron la Serie Mundial en cinco juegos.
¿Qué raro sortilegio esconde que los fuertes caigan y la victoria sonría a los débiles? Quizás ante tantas injusticias sociales, difíciles de acabar, existan esas compensaciones dentro del deporte.
Los historiadores del beisbol cubano memorizan como Martin Dihigo, el "Inmortal", junto a Silvio García realizaron la hombrada en el año 1936 de ganarle al Santa Clara, un trabuco super poderoso.
Ambos estelares jugaban en el equipo Marianao y fueron a la serie decisiva. Santa Clara solo necesitaba un juego y ese nunca llego. Dihigo y Silvio obtuvieron tres triunfos consecutivos, fueron a una serie play off y también la ganaron.
Otra vez la redonda llego en caja cuadrada.
¿Qué raro sortilegio esconde que los fuertes caigan y la victoria sonría a los débiles? Quizás ante tantas injusticias sociales, difíciles de acabar, existan esas compensaciones dentro del deporte.
Los historiadores del beisbol cubano memorizan como Martin Dihigo, el "Inmortal", junto a Silvio García realizaron la hombrada en el año 1936 de ganarle al Santa Clara, un trabuco super poderoso.
Ambos estelares jugaban en el equipo Marianao y fueron a la serie decisiva. Santa Clara solo necesitaba un juego y ese nunca llego. Dihigo y Silvio obtuvieron tres triunfos consecutivos, fueron a una serie play off y también la ganaron.
Otra vez la redonda llego en caja cuadrada.
1 comentario:
Gilberto, tu comentario me recuerda el descalabro de los Mets del año pasado. Lo que parecía imposible sucedió, perdieron en fila varios juegos y quedaron fuera, después de ser grandes favoritos. Son las cosas del béisbol poco entendibles, nada, la pelota viene en caja cuadrada. Un abrazo, Uziel
Publicar un comentario