lunes, 13 de octubre de 2008

¡Qué paliza, mi madre!

Tampa le acaba de ganar a Boston 9-1.
Lo irrespetaron. Lo apalearon, lo aplastaron. No creyeron en las 11-1 victorias del invencible Lester en la lomita del Fenway Park, quien, al igual que Aquiles, tenía su talón.

El juego se decidió temprano cuando Upton la sacó con dos hombres en el tercero, y luego Longoria en uno de sus swignes de clase, elegancia, maestría y poder la sacó limpiamente por arriba del Monstruo Verde. El partido estaba 5-0. Suficiente.
En el octavo la sacó Baldelli y en el noveno le tocó a Peña. A esa altura la paliza era con saña y alevosía.
El derecho Garza, de 24 años, aguantó dignamente seis entradas en las que apenas permitió una carrera.
Lester es humano, y como humano le hicieron cinco en 5.2 tercios, y al curveador Byrd otras cuatro.
Los Rayos despertaron por segundo juego consecutivo.
¿Los daban por muertos? ¿Que Boston es superior, es campeón, tiene historia, más anillos, etc,etc? Yo no duermo de ese lado.

La pregunta de rigor: ¿Puede Boston ganar sin Manny, sin Lowell, sin Big Papi (sí, porque ese que va al cajón no es Big Papi), sin Varitek, sin Beckett, sin Schilling? Eso lo sabremos en unos días más. Pero con los novatos en la lomita y en el cajón de bateo no estoy tan seguro de que se pueda ser Campeones Mundiales.
Para mí, es justicia plena que los Rayos le ganen a los Medias Rojas, por la simple razón de que fueron superiores durante 162 juegos de la temporada regular.
Mañana, el Picasso del Box, Tim Wakefield, tratará de pintarles la cara a los muchachos de Florida, y éstos de destruirle su obra de arte.

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