martes, 10 de junio de 2008

Una temporada inolvidable (segunda parte)


EN PRIMERA FILA

Por Gilberto Dihigo

Los 70 jonrones de Mark McGwire en la temporada de 1998 tuvieron como motor impulsor la tenaz persecución del dominicano Sammy Sosa, quien se convirtió en su sombra para romper el tope de 62 impuesto por Roger Maris en 1961 y la oscura sombra del suplemento vitamínico que confesó tomaba, considerado doping en otros deportes.

El brebaje médico ingerido por el blondo "toletero", que ayuda a la producción de testorena, se llama androstenediona y provocó un alud polémico sobre el tema, porque su consumo estaba prohibido dentro del Comité Olímpico Internacional, el futbol americano, la Asociación Nacional Atlética Colegial y la Federación Internacional de Tenis.
La medicina origina una reacción en las enzimas del hígado que eleva hasta en un 600 porciento los niveles de testorena, lo cual incrementa el metabolismo de proteínas, ayuda al crecimiento de la masa muscular y facilita una mayor recuperación física después de una lesión. Directivos de Grandes Ligas descartaron que fuera tramposo tomar el producto.
Un golpe importante en ese momento a favor de McGwire fue la declaración de la Dirección de Alimentos y Drogas de los Estados Unidos(FDA, por sus siglas en ingles), la cual indicó que pese a ser el medicamento un esteroide, estaba más cerca de ser un complemento alimenticio que una droga.
Por su parte Sosa se irguió como una gran figura del deporte de las bolas y los strikes, no solo debido a su actuación deportiva, sino también por su actitud honorable fuera del terreno donde más de una vez elogió al rubio jugador de los Cardenales de San Luis y creó un ambiente pacífico dentro de una lucha cerrada que varios medios estadunidenses, quisieron llevar al enfrentamiento verbal. Sin embargo ni el anglosajón, ni el latinoamericano cayeron en la trampa y exhibieron una cordial relación de amistad.

Al empezar la temporada el muchacho de República Dominicana no estaba dentro de los vaticinios como posible sucesor del trono de Roger Maris. Los reflectores solo enfocaban a Ken Griffey Jr y McGwire, pero cuando en junio conectó dos decenas de cuadrangulares, su nombre se hizo notorio, pero el combustible se le terminó en la cifra de 66 pelotas fuera del terreno, cuatro menos que su oponente.

No obstante, traspasó los límites de la antigua marca y de paso estableció una cota para la Liga Nacional al batear en 11 desafíos dos o más jonrones. Esas cifras, sumadas a sus numeritos de 158 carreras impulsadas y 308 de promedio, lo catapultaron hacia el premio del jugador más valioso de la Liga Nacional, donde superó de manera amplia al rubio McGwire, quien solo acumuló 272 unidades ante los 438 de Sosa.
La humildad de Sosa quedó ratificada al enterarse de la noticia que lo elevaba al codiciado galardón. "Yo sí habría votado por Mark, en mi corazón Mark McGwire sigue siendo el hombre".

Dentro del chaparrón de sucesos extraordinarios que regaló el béisbol de las Grandes Ligas en la temporada de 1998 no se puede olvidar el juego perfecto del lanzador zurdo de los Yanquis de Nueva York, David Wells, quien se adjudicó el decimotercer desafío de ese tipo en la liga al retirar a 27 bateadores de Mellizos de Minesota el 17 de mayo y arribar Curt Schilling, de Filis de Filadelfia, como el quinto lanzador que ponchó a 3000 bateadores. De esa manera se unió al club que integran J.R.Richard, Nolan Ryan, Sandy Koufax y Rube Wadell.

El libro de records en Grandes Ligas estuvo de fiesta en 1998. No solo Sosa Y McGwire realizaron faenas increíbles. Ellos fueron partes importantes en la constelación de estrellas que deslumbró al mundo deportivo ese año inolvidable. (continuara)

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