jueves, 1 de mayo de 2008

Los guajiritos de Guanabacoa. II y Final

DE AYER Y DE HOY

Por Jayalía Carlos


Pasaron varios años y ya habíamos crecido algo. Ya estábamos en los 15 y los 16. Atrás quedó la infernal caldera que era la Loma del Chiple.
Ahora jugábamos en un terreno que, aunque seguía siendo "manigua", al menos tenía 4 bases y estaba más cuidado.
De los "veteranos" del Chiple hubo un grupito que siempre nos mantuvimos juntos y en contacto. Ese era el núcleo de las nuevas novenitas que se formaron para seguir jugando de cuando en cuando. Rogelio era un señor de mediana edad que tenía gran entusiamo por el game.
Él también había jugado en su tiempo y su pasión era la pelota. Ahora le había dado por ser "Magnate", JIJIJI.
Tenía buenos medios económicos y decide tener y dirigir su propio team. Nos toma bajo su protección y nos proveé de bates, pelotas, mascota y careta para el catcher. En fin, nos equipa lo mejor que le es posible.
De cuando en cuando vamos a jugar contra los otros guajirones: Villa María, Jacomino, Cojímar, Bacuranao.
Una vez hasta en la Fortaleza de la Cabaña contra los hijos de los Militares destacados alli.. Octavio Diviño, si mal no recuerdo su nombre, era uno de los directivos del nuevo Parque José Martí, un Complejo Deportivo donde había varios terrenos de béisbol, canchas de tenis, piscinas, canchas de Hand Ball, de Basket Ball etc, casetas o naves donde los deportistas se cambiaban de ropa, duchas.
En fin, algo muy moderno para la juventud que hacía deportes. Diviño era muy conocido en la Capital por los cronistas y periodistas deportivos. Era el técnico entrenador de las futuras "estrellas" del game.
Tenía también fama de ser un viejo cascarrabias. Un fanático de la disciplina y de ahí que había organizado varios teams muy buenos de muchachos a los cuales les enseñaba los fundamentos del Juego.
Por alguna razón, Diviño se entera de la novenita de Rogelio. Hace contacto con él y se ajusta un juego de exhibición entre los teams. Cuando Rogelio nos da la buena noticia, ya podrán imaginar nuestra alegría. Ibamos pa "Labana" y nada menos que al ya famoso parque.
Rogelio alquila una guagua y como hay suficiente espacio, allá van también los padres, madres, hermanas y hermanos.
En fin, muchos familiares de los futuros "big leaguers" !JE! Al llegar al terreno, ya hay un turba "enemiga" en las graderías y los insultos y burlas no se hacen esperar: -!Guajiros! ¿Dónde dejaron los ariques ? Y por ahí el relajo y la jodedera criolla. La gente nuestra tranquila. No les hace caso. Está de más decir que cuando nosotros vimos ese bello parque y el terreno tan lindo y bien cuidado, nos imaginamos que habíamos entrado en el país de las maravillas de Alicia, pero poco nos dura el entusiasmo.
Cuando la tropa enemiga sale al terreno para iniciar el juego y miramos pal box, no podemos creer lo que estamos viendo: es un muchachón, sí, pero un gigante de ebano de por lo menos 6 pies de estatura.
A su lado lucimos pigmeos. Nos enteramos que es hijo de Jamaiquinos. Nunca se me olvidó su nombre: Owen de nombre o apellido. Y como si fuera poco el miedo que metía de solo verlo, lo que tiraba para el home era pura candela. La primera vez que me le enfrenté al bate me dice: Buenos Días, Buenas Tardes y Buenas noches. !Ponchao pal carajo!

El "Coctel" que me sirvió tenía hasta tequila y todos los otros "yerros" .!Pa su mare! Aunque el pitcher nuestro es bueno, ya a la altura del sexto capítulo le había hecho cinco o seis carreras. Nosotros en blanco. Después del ponche lo único que yo había podido hacer fueron un par de cobardones rollers por el cuadro.
La artillería gruesa igual, si acaso le habían bateado tres miserables hits al gigantesco zurdito. Las graderías enemigas gozando de lo lindo, no cesan de gritar y de burlarse de los osados sijúes plataneros de la Villa de Guano. En las graderías nuestras hay un silencio de covento. El olor a "muerto" los tiene mudos y paralizados. Rogelio, que está de coacher en la tercera base, a ratos mira hacia el cielo como deseando que un rayo lo saque de la agonía.
Juass! El viejo zorro Diviño, con sarcástica sonrisa, observa extasiado la paliza que nos están dando sus "boys". Principio del séptimo. Ahora luce como que el Leviatán de Bronce ha acelerado el carro demasiado en los innings anteriores y ahora el motor comienza a cancanearle.
Luce como que ya está algo "cansao". Le da la base por bolas al noveno bate, el pitcher. Y nuestro primer bate, que choca bien con la bola, le suena un cohete entre tercera y short.

Sin perder tiempo, el viejo zorro Diviño pide "time" y va a darle instrucciones a Owen. El próximo en turno es el Papi, ¿quién es el Papi? Pues nada menos que quien les escribe estas líneas !Juasss! Yo, que estoy cerca del Box, puedo oir lo que le dice el vejete a su pitcher estrella:-Mira Owen!. A ese flaquito no le arrimes la bola. Pitcheale afuera. Afuera! Ya te metió dos buenas líneas de "fao" y le da bien por la banda izquierda. ¡Afuera! ¿Ok? Aqui viene de nuevo el temible gigante. Y en efecto. Me tira dos durísimas afuera. Una es strike. Mi bate preferido es un roble de 32 pulgadas. Ligerito pero potente. Cuando le das bien a la bola con esa estaca, la vibración en las manos de la madera te lo lo dice enseguida: le has dado en el mismo corojo a la naranja. Ahora al fin el zurdo comete el error que yo esperaba. Se equivoca y me tira una recta que viene moviéndose hacia adentro del cajón. Me la pone en Bandeja de Plata y sin titubear un solo instante, hago el swing con todo lo que tengo. Le espanto una tendedera por encima de la tercera base que pica, se va extendiendo y va a dar allá contra la cerca que esta bastante lejos. Tribey y dos carreras pal Home. Y ahí comienza la debacle para el casi imbatible gigante: nuestro tercer bate le suena un cohete por el Center. Yo anoto caminando. Al Cuarto Bate nuestro le decimos El Loco. Un forzudo grandote que no cree en instrucciones del Manager. Hay que dejarlo solo. Bateador de bolas malas, el zurdo le lanza una bola alta y afuera y el Orate le mete la bola de aire en la piscina del right field. Viene el Quinto tolete y la lluvia no escampa ya para el pobre Owen. Otro leñazo de Grandes Ligas y ahora el zorro Diviño va al Box con el rabo entre las piernas.
Requiem para su pitcher estrella. Ahora trae a otro pitchersito Y a ese también lo asamos a palos como un cerdito de Nochebuena. El escándalo en las graderías nuestras estremece todo el Parque. Un silencio fúnebre en la claque Chusmona del viejo zorro. La Parca Impía revoletea sobre ellos anunciando que ya es hora de ir a reunirse con El Señor.

!Juasss! Esa noche los Guajiritos de Guanabacoa eran el plato preferido de las docenas de fanáticos del beisbol que siempre se reunían en el Parque Central de la histórica Villa de Pepe Antonio para comentar sobre las últimas del Game. Hay momentos en nuestras vidas que, por muchos años que hayan transcurrido, son inolvidables. Y para mí, aquella victoria de nuestra novenita de adolescentes en el Parque Martí, es uno de ellos.

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