lunes, 19 de mayo de 2008

El hombre goma del béisbol latinoamericano

EN PRIMERA FILA

Por Gilberto Dihigo

El implacable tiempo lanzó a un numeroso grupo de peloteros latinoamericanos de principio del siglo 20 hacia las páginas del olvido donde quedaron ocultas sus habilidades y calidad.

Y como en esa región del mundo los directivos del beisbol no les interesa rescatar al pasado, esos pioneros del ayer no son recordados pese a que abrieron caminos importantes en el desarrollo de la disciplina.
Uno de esos casos es el cubano Joseíto Rodríguez, conocido en su tiempo como el hombre goma, por su facilidad de estirarse de manera increíble para facturar los outs por primera base.

La revolución castrista, en una acción que los propio teóricos del marxismo pueden llamar anti dialéctica, desconocieron desde el comienzo de su régimen el trabajo de los peloteros profesionales y solo claman por los jugadores de lo que llaman "el beisbol revolucionario", como si ese deporte en Cuba comenzara el primero de enero de 1959.
Pero esa es otra de las atrocidades que también se anota el régimen dentro de todas las catástrofes que desde hace 50 anos castiga al pueblo cubano.

Por eso la historia de Joseíto Rodríguez queda aun mas sepultada, pese a ser uno de los grandes de su tiempo. Un primera base ideal debe ser alto, con buen alcance y buenas manos, ágil y con gran velocidad en la coordinación de sus pies en la almohadilla.
Esas cualidades las poseyó el antillano, quien impuso una moda dentro de esta posición desde que inició su andar deportivo en 1913. Pese a sus extraordinarias dotes defensivas, su ataque con el bate era débil y sus promedios ofensivos muy bajos. El famoso manager de Gigantes, John McGraw le dijo.

"A mí me gusta verte en la inicial, sin embargo si quieres estar en las Grandes Ligas debes jugar como segunda o short stop". Joseíto siguió el consejo al pie de la letra y logró contratos en varios equipos de las Mayores, pero sus habilidades en el segundo cojín no equiparaban a su destreza en la inicial.
En Ligas Menores, menos exigentes con sus promedios ofensivos, lució su clase de primera base con los equipos New London, Providence, Springfield, entre otros conjuntos donde se desempeñó hasta 1939 que colgó los zapatos de juego.
A partir de ese instante comenzó su etapa dentro del beisbol como manager, coach, directivo en que recorrió toda la estructura del beisbol profesional y en cada uno de esos cargos ser caracterizó por ser un hombre cabal y sobre todo muy callado.

Por su parquedad lo bautizaron con el mote del "silencioso Joe", pero esa economía en las palabras no lo arrinconaban al espacio de mudo y al terminar una serie entre los mejores peloteros cubanos de la época y el equipo Dodgers de Brooklyn, dijo unas proféticas palabras que hoy en día permiten a los latinoamericanos lucir sus facultades dentro de la gran carpa.
"Los jugadores de Brooklyn trataron de asustar deliberadamente a varios jugadores cubanos lanzándole fuerte y rápido a la cabeza, pero nuestros muchachos son demasiado valientes para que los asuste eso", afirmó a varios diarios de esos tiempos.

"Proporciónenle a los latinoamericanos los mismos sueldos del beisbol organizado, permítanles vivir y entrenarse con las mismas comodidades y ofrézcanles los tratamientos médicos que necesitan durante las temporadas regulares y tanto en Cuba como otros países del área donde se juega beisbol, podrán luchar contra cualquier team de las mayores de igual a igual".
Los cubanos en esa oportunidad de la serie contra el equipo de las mayores contaron con solo 16 jugadores y no tuvieron la presencia de grandes estrellas de esa época como Lázaro Salazar, "El príncipe de Belén", Ramón "El profesor" Bragaña y Martin Dihigo, "El inmortal", comprometidos en otros campeonatos, mientras el plantel estadunidense dispuso de 40 jugadores para rotar en cualquier momento. La serie terminó 3-2 a favor de los Dodgers.

Las palabras del hombre goma quedaron impresas en el eco del tiempo y hoy en día el ejercito de latinoamericanos que militan en las Grandes Ligas, seguidores del camino que abrieron hombres como Joseíto Rodríguez, demuestran que con iguales oportunidades no existe superioridad racial. Lo penoso es que la vida de estos pioneros del ayer se mantienen en el limbo cuando en realidad pueden ser una inspiración para muchos jóvenes que siguen las incidencias del deporte de las bolas y lo strikes.
Ojala algún día se haga justicia con estos hombres y se les recuerde de manera apropiada.

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