EN PRIMERA FILA
Por Gilberto Dihigo
Otro de los grandes jugadores del beisbol del lejano ayer que en el siglo 20 abrió para los latinoamericanos las discriminatorias puertas de las Grandes Ligas y hoy en día su nombre está olvidado fue el cubano Miguel Ángel González, un gran estratega de la disciplina.
En mayo de 1912, junto con su compatriota Adolfo Luque, viajo por primera vez hacia los Estados Unidos en una serie de partidos de exhibición donde el equipo Long Branch lo contrata. Termino esa temporada con un promedio al bate de 333 en la posición de receptor.
Su desempeño posibilitó que el equipo Rojos de Cincinnati lo llamara a sus filas y así en 1914 comienza su carrera dentro del exigente circuito en el que vistió los uniformes de San Luis y Gigantes.
Al terminar su vida activa como jugador se transformó en un hábil asistente en la línea de tercera base y su sagacidad como estratega ayudó a que los Cardenales de San Luis, en la Serie Mundial de 1946, derrotaran a los Medias Rojas de Boston y se adjudicaran el título.
Con dos outs y el partido empatado a tres carreras, Cardenales tenía a Enos Slaughter en primera base, un corredor muy veloz. El bateador en turno, Harry Walker, conectó una línea entre los jardines izquierdo y derecho.
Slaughter pasó como un rayo hacia segunda, Miguel Ángel González se percató que el jardinero se movió lento para capturar la pelota y le hizo señas al corredor que continuara su impulso hacia el plato. Pesky, el short stop, recibió tarde la bola y trató de hacer out en home.
La sorpresiva jugada motivó que Pesky hiciera un tiro desviado y en ese mismo instante los Cardenales dejaron al campo a sus rivales, gracias a la perspicacia del coach latino.
Por espacio de 35 años ese hombre estuvo como jugador y asistente en Grandes Ligas. En su natal isla también sentó cátedra al mando de los famosos Leones del Habana a los que llevó por 13 ocasiones al máximo título de la otrora exigente Liga Profesional Cubana.
A diferencia de otros directores o asistentes que gritaban o proferían insultos a jugadores y árbitros, su actitud como profesional del beisbol se caracterizó por una paciencia que casi rayó en la "flema" inglesa.
Su personalidad dentro del terreno de juego quedó reflejada en unas declaraciones que hizo en la década de los años cuarenta. "En el beisbol no hay que perder la calma, en el diamante todas las cosas tienen su tiempo y no hay que dejarse llevar por el apuro o el exhibicionismo".
Hoy en día casi nadie recuerda a ese pionero del beisbol latinoamericano y su actuación se pierde en el eco del pasado. Sin embargo Miguel Ángel González fue otro que echó los cimientos para el actual florecimiento latinoamericano en Grandes Ligas.
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