La última vez que Cuba y Estados Unidos chocaron en el béisbol de los Juegos Olímpicos, el derecho Ben Sheets lanzó blanqueada de tres hits para que los norteamericanos ganaran 4-0 en la final de Sidney 2000 y atraparan su única medalla de oro olímpica.
Desde entonces, Cuba agregó otro oro a su colección (y van tres en cuatro torneos oficiales) y arrancó con victorias en sus primeros dos partidos en Beijing, incluyendo una muy importante ante Japón en su debut; Estados Unidos sufrió una dolorosa derrota ante Corea del Sur y luego se desquitó ante Holanda, mientras que Sheets está metido en otro tipo de carrera por un campeonato.
El partido de la tercera jornada (11:30 pm ET del jueves) no decide la clasificación a la segunda ronda ni garantiza un lugar privilegiado para el resto del todos contra todos regular, pero para Cuba (2-0) y Estados Unidos (1-1) es una batalla por el honor en la guerra beisbolística (y de ideales políticos) entre los dos países.
En cada juego entre los dos colosos (USA, el que inventó el béisbol; Cuba, la fuerza dominante en los escenarios internacionales) se juega mucho más que un resultado frívolo.
Hasta la final de Sidney, el 23 de septiembre del 2000, los antillanos habían derrotado a los gringos en sus cuatro confrontanciones anteriores (dos veces en Barcelona 1992, una en Atlanta '96 y en la ronda regular de Sidney 2000) con un marcador combinado de 31-16 en carreras.
Además de que Estados Unidos tenía una constelación de futuras estrellas (Sheets, Roy Oswalt, Adam Everett, Sean Burroughs, Doug Mientkiewics, Todd Williams, Jon Rauch, entre otros) en Sidney fue que se comenzó a usar bates de madera en lugar de aluminio, una novedad para los cubanos.
A pesar del histórico dominio de Cuba desde que el béisbol fue aceptado oficialmente como deporte de competencia en los Juegos Olímpicos (1992), en la que podría ser la última aparición de la pelota, las cosas están lo más parejas que pueden estar en este deporte a nivel mundial.
Los cubanos son favoritos para ganar el oro en China, pero también llegaron como candidatos sólidos los japoneses con su escuadra de "todos estrellas" de sus ligas profesionales y Estados Unidos con su selección de súper prospectos de las ligas menores.
La victoria coreana del miércoles ante Estados Unidos confirmó la agradable sensación que dejaron al mundo en el primer Clásico Mundial: Corea sabe jugar al béisbol y ya no será relleno en ningún torneo importante.
La victoria 4-2 ante el poderoso Japón el miércoles significó un gran respiro para los cubanos, para quienes "la selección" es la "prima donna" del país, pero no ayudó a despejar todas las preocupaciones alrededor del cuadro del mánager Antonio Pacheco.
La ofensiva, punto más brillante del juego cubano, no luce tan explosiva como en las competencias olímpicas anteriores. La edad del relevista de todos los días Pedro Lazo debería ser una preocupación, aunque sus tres dominantes entradas ante Japón podrían hacer pensar que de verdad es eterno.
Ante Canadá, los bates antillanos estuvieron más vivos, especialmente en la sexta entrada cuando pegaron dos jonrone de dos carreras Alexander Malleta y Alfredo Despaigne.
Los norteamericanos han mostrado la ofensiva que se esperaba de ese grupo que encabeza Matt LaPorta, anotando 14 carreras en dos juegos. El abridor Stephen Strasburg ponchó 11 bateadores y solamente admitió tres hits en siete entradas.
Para el partido contra Cuba, los norteamericanos no podrán contar con Strasburg, pero tampoco con Sheets, quien actualmente trata de dirigir a los Cerveceros de Milwaukee a su primera aparición en playoffs desde 1982.
Desde entonces, Cuba agregó otro oro a su colección (y van tres en cuatro torneos oficiales) y arrancó con victorias en sus primeros dos partidos en Beijing, incluyendo una muy importante ante Japón en su debut; Estados Unidos sufrió una dolorosa derrota ante Corea del Sur y luego se desquitó ante Holanda, mientras que Sheets está metido en otro tipo de carrera por un campeonato.
El partido de la tercera jornada (11:30 pm ET del jueves) no decide la clasificación a la segunda ronda ni garantiza un lugar privilegiado para el resto del todos contra todos regular, pero para Cuba (2-0) y Estados Unidos (1-1) es una batalla por el honor en la guerra beisbolística (y de ideales políticos) entre los dos países.
En cada juego entre los dos colosos (USA, el que inventó el béisbol; Cuba, la fuerza dominante en los escenarios internacionales) se juega mucho más que un resultado frívolo.
Hasta la final de Sidney, el 23 de septiembre del 2000, los antillanos habían derrotado a los gringos en sus cuatro confrontanciones anteriores (dos veces en Barcelona 1992, una en Atlanta '96 y en la ronda regular de Sidney 2000) con un marcador combinado de 31-16 en carreras.
Además de que Estados Unidos tenía una constelación de futuras estrellas (Sheets, Roy Oswalt, Adam Everett, Sean Burroughs, Doug Mientkiewics, Todd Williams, Jon Rauch, entre otros) en Sidney fue que se comenzó a usar bates de madera en lugar de aluminio, una novedad para los cubanos.
A pesar del histórico dominio de Cuba desde que el béisbol fue aceptado oficialmente como deporte de competencia en los Juegos Olímpicos (1992), en la que podría ser la última aparición de la pelota, las cosas están lo más parejas que pueden estar en este deporte a nivel mundial.
Los cubanos son favoritos para ganar el oro en China, pero también llegaron como candidatos sólidos los japoneses con su escuadra de "todos estrellas" de sus ligas profesionales y Estados Unidos con su selección de súper prospectos de las ligas menores.
La victoria coreana del miércoles ante Estados Unidos confirmó la agradable sensación que dejaron al mundo en el primer Clásico Mundial: Corea sabe jugar al béisbol y ya no será relleno en ningún torneo importante.
La victoria 4-2 ante el poderoso Japón el miércoles significó un gran respiro para los cubanos, para quienes "la selección" es la "prima donna" del país, pero no ayudó a despejar todas las preocupaciones alrededor del cuadro del mánager Antonio Pacheco.
La ofensiva, punto más brillante del juego cubano, no luce tan explosiva como en las competencias olímpicas anteriores. La edad del relevista de todos los días Pedro Lazo debería ser una preocupación, aunque sus tres dominantes entradas ante Japón podrían hacer pensar que de verdad es eterno.
Ante Canadá, los bates antillanos estuvieron más vivos, especialmente en la sexta entrada cuando pegaron dos jonrone de dos carreras Alexander Malleta y Alfredo Despaigne.
Los norteamericanos han mostrado la ofensiva que se esperaba de ese grupo que encabeza Matt LaPorta, anotando 14 carreras en dos juegos. El abridor Stephen Strasburg ponchó 11 bateadores y solamente admitió tres hits en siete entradas.
Para el partido contra Cuba, los norteamericanos no podrán contar con Strasburg, pero tampoco con Sheets, quien actualmente trata de dirigir a los Cerveceros de Milwaukee a su primera aparición en playoffs desde 1982.
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