viernes, 5 de septiembre de 2008

Talento de barrio

Ese swing no tiene nada que envidiarle a los bateadores profesionales. El talento pelotero, en nuestra querida isla, brota como la hierba, como el rocío, como los atardeceres de múltiples colores.
¡Qué daría por volver a jugar así, en una calle pelada, con un bate, una pelota de lo que sea y correr para llegar quieto! Otra de mis adicciones de toda la vida es el taco. Me especialicé en hacer las pelotas con una bola o chinata de cristal, rodeada de tela o idealmente con una media de mujer, enrollada en hilo de coser o de papalote y envuelta en esparadrápo.
Con esa pelota tiraba de todo, en los eternos juegos a pleno sol entre acera y acera, nudillos, tenedor, curvas y las rectas a la zurda y la derecha que me reventaron el brazo. Todavía jugar taco (uff, hace mucho tiempo que no lo hago) es uno de mis grandes placeres.

El futuro Maradona (en versión futbolística, no en la otra). Me acuerdo que en 1986 ese mundial de México despertó en mí (y los amigos del barrio en Ciego de Ávila, donde vivía) el fanatismo (que me duró sólo ese verano) por el fútbol. Los juegos eran entre dos, con dos piedras pegadas a la cuneta.
Miren el cable estirado en la calle. El voleybol es maravilloso y el ingenio cubano infinito.

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